Esto pasó en las vacaciones de verano, aproximadamente un mes antes de entrar a la escuela; tenía una amiga que pasaba por una crisis, yo intenté ayudarla, dándole toda mi atención y mi tiempo, ojala y eso hubiera sido suficiente.
“Ella se despertó... igual que ayer o peor.../ luego
desayuno capsulas con alcohol/ se puso el vestido roto de la noche anterior/ y
es que esta ciudad no la deja despegar/ siempre quiso a alguien más que la
dejara soñar/ ser la reina el foco de atención/ la que dicta el destino, la que
manda el corazón”.
Desde hace mucho tiempo he tenido un amor platónico, a
ella la conozco desde que tengo como 10 años, siempre fue mi amiga y siempre
peleábamos por todo desde que éramos niños, supongo que tenemos muy mal carácter,
pero me encanta porque es muy bonita, inteligente y lo que más me gusta es su
desmedido exceso de confianza, ella se llama Berenice.
A veces iba a visitarla a su casa, mis visitas no duraban
mucho, para empezar, ella no me recibía si no se había bañado, si no había
comido o simplemente me corría si le decía algo que no le pareciera o si estaba
de mal humor, era muy pero muy especial, sentía que nadie la merecía y yo caía
en su juego al buscarla tanto, aparte de que era muy voluble, yo pensaba que
era porque se cotizaba mucho, nunca se me ocurrió que ella se portaba así por
los problemas que tenía.
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Un día cuando estaba de vacaciones fui a visitar a un amigo
que se llama Daniel, Berenice vivía cerca de su casa, me la encontré y la acompañe,
me invito a pasar, estuvimos platicando hasta muy noche, después al despedirme me preguntó si la visitaría al otro día, sabía que si
iría, ella me conocía y sabía que todo mi tiempo seria suyo si así lo quería,
pensé que eran el lugar y momento indicados para estar con ella, es lo que
había esperado, al otro día seguimos platicando y en un momento en el que pensó
que podía tener plena confianza en mí, me preguntó:
-Héctor...
¿puedo confiar en ti? Pero... ¿no le dices a nadie?
-claro
(de verdad no sabía en lo que me metía)
- es
que desde hace mucho tiempo me he sentido muy mal – ¿estás enferma?-- dije eso
para desviar la plática, porque no me gustaba a donde iba la platica
-no,
me he sentido muy sola, es como si no estuviera nadie, sin amigos, sin familia,
aquí... yo sola y estoy aquí por... bueno no sé ni porqué sigo aquí, se siente
como...
-¿un
vacío?
-sí, eso es lo que siento.
-mmm...
no te preocupes, todos nos sentimos así a veces, supongo.
-¿tú
también?
-sí,
muy seguido pero tengo muchos amigos que
sé que no me dejarían hacer una tontería o tirar la toalla.
Entonces pensé que si ella se sentía así de sola y sin
amigos ella ya había intentado una tontería, le pregunté para estar seguro:
-y tú... ¿no has intentado una tontería?
Agacho la cabeza como aceptando su culpa y me dijo que lo
había hecho hace como dos meses, obviamente mi morbosidad me obligo a
preguntarle cómo, se levantó el suéter para enseñarme las marcas que tenía en
las muñecas, ahí entendí su mal humor, sus ojeras, sus cambios de humor y lo más
importante: La razón de que siempre usara algo para taparse aunque no hiciera frío, según ella lo hizo porque tenía su autoestima muy dañada, por problemas
en la escuela, con sus papás y con su peso, --¡Sí, con su peso! me pareció una tontería,
al final de todo eso no soportaba a las mujeres con baja autoestima o con
problemas alimenticios-- me sorprendió
ya que ella es muy delgada, me gustaba por su exceso de confianza y porque se
sentía tan inalcanzable como una reina, como una musa , como un ser divino,
pero de repente me di cuenta que no, ya
no era tan especial, ya no tenía esa fortaleza, me recordó que no era una
diosa, que era tan débil y mortal como yo o tal vez más, con sus defectos,
fallas y debilidades, aun así me tenía encantado, le pregunte si le había
contado eso a alguien más, dijo que no y que yo no le podía contar a nadie, eso
me hizo sentir que de veras le importaba, así que me la pase yendo a su casa
casi todas las vacaciones, pensando en que ella era si era una reina, por lo menos como la de
la canción: “En el elevador... dejó su confesión/ para que su vuelo fuera
limpio y sin dolor/ el último que la vio... fue un ángel que pasó/ de esos que
nos ven a ratos si esta aburrido el cielo.../ nunca se vio mejor, dormida como
una flor/ en su trono de concreto y el mundo de espectador/ fue... la reina”.