24. Sep. 2008
Ya había pasado más de una
semana de que había tenido la plática de “reconciliación” con Jocelyn y las
cosas ya deberían estar como antes, ella seguía sin entrar a clases y si
entraba, llegaba tarde, no podía sentarme con ella, porque ya no había lugares,
ella seguía con su novio, por eso siempre se salía muy rápido del salón y no
podía probar si las cosas ya estaban bien.
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No sabía si preguntarle, ella
seguía esquivándome como si yo tuviera lepra o me la fuera a comer, en una
clase pensando en las cosas que me había dicho, eso de reparar nuestra relación
y que me quería y esas cosas, llegué, le pregunté si me podía sentar con ella,
me afirmo con la cabeza y quito sus cosas, por más que le quería hacer la
plática ella se limitaba responder con un sí o un no, también le pregunte que
si estaba bien que estuviéramos hablando y ella contesto con un ¿Por qué no?
Pero todos nos damos cuenta cuando no somos queridos en un lugar, así que no
trate de hablarle más ese día, unos días después ella se fue al terminar una
clase con los del salón a un billar que estaba cerca, yo no fui porque de esa
clase ya me habían dado de baja y por eso yo entraba más tarde, en ese bar ella
platico con un amigo que se llamaba Uriel él tenía como 26 o 27 años por eso todos creían que era más maduro, ella
le dijo que yo no la dejaba en paz, que no dejaba de pedirle que anduviera
conmigo, que el otro día hasta le rogué que nos volviéramos a hablar y que ella
ya ni me quería hablar por la actitud que yo estaba tomando, el al llegar a la
escuela me vio y me dijo:
-Héctor... tenemos que hablar,
en serio tenemos que hablar.
Yo le conteste que sí, porque
yo no sabía de qué hablaríamos, me empezó a contar lo que le había dicho
Jocelyn, aconsejándome que ya no la molestara porque ella ya se había cansado y
no quería ser mala onda conmigo, yo le dije a Uriel que eso era mentira, él me dijo
que no tenía que negarlo, al ver que no me creería me aguante y le dije lo que quería escuchar, que ya no la
molestaría y hasta le agradecí por hacerme el favor de preocuparse por mí, él
dijo que no era nada, que para eso estaban los amigos.
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Íbamos entrando al salón y le
pregunte a Jocelyn si me podía sentar con ella, ella dijo claro y me sonrió, cuando
nos sentamos le dije:
-estuve hablando con Uriel y
sólo quiero aclarar una cosa, ¿Por qué le dijiste que te había rogado para que
te hablara? Hasta donde recuerdo, tú fuiste la que me dijo que me quería mucho,
tú fuiste la que me pidió que nos habláramos como antes y tú fuiste la que
lloro.
No me respondió nada, no sabía
que contestar, después me pidió una disculpa diciendo que no fue su intención
hablar mal de mí y sí, ahí va el pendejo de Héctor a creerle, aún quedaba una práctica
de campo a Puebla y habíamos quedado en ir todo el camino juntos, pensé que aún
faltaban unos días, todavía se podían arreglar las cosas, con tantos problemas
siento que lo mejor es que le hagan caso a Green Day o mejor que me quede
dormido y no me despierten: “El verano vino y se fue/ la inocencia nunca durara/
haz sonar de nuevo las campanas/ como cuando las sonamos al iniciar la
primavera / aquí viene otra vez la lluvia/ cayendo desde las estrellas/
empapándome en mi dolor otra vez/ siendo quienes somos/ como mi memoria
descansa/ pero nunca olvida lo que perdí/ despiértame cuando termine
septiembre”.